23 nov 2008

PARA PENSAR... QUÉ ESTAMOS HACIENDO?

Por qué todavía no me compré un DVD

(Por Eduardo Galeano)

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los críos. Los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita; los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los pañales). ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad.¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto.Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida. ¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.¡Nos están fastidiando! ¡¡Yo los descubrí. Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike?¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommiers casa por casa? ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista? ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?Todo se tira, todo se desecha y mientras tanto producimos más y más basura. El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. El que tenga menos de 40 años no va a creer esto:¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!! ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de xx años! Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII). No existía el plástico ni el nylon.La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en San Juan. Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban.De por ahí vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo' pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo'.Mi cabeza no resiste tanto. Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo)Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita.¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.Y guardábamos. ¡¡Como guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!!¡Guardábamos las chapitas de los refrescos! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia alzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamosen una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus.Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón.Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor.Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables.Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.Larga.. pero IMPERDIBLE!!!
Por qué todavía no me compré un DVD
(Por Eduardo Galeano)
Miércoles, 10 de septiembre de 2008
Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los críos. Los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita; los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los pañales). ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad.¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto.Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida. ¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.¡Nos están fastidiando! ¡¡Yo los descubrí. Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike?¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommiers casa por casa? ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista? ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?Todo se tira, todo se desecha y mientras tanto producimos más y más basura. El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. El que tenga menos de 40 años no va a creer esto:¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!! ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de xx años! Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII). No existía el plástico ni el nylon.La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en San Juan. Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban.De por ahí vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo' pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo'.Mi cabeza no resiste tanto. Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo)Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita.¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.Y guardábamos. ¡¡Como guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!!¡Guardábamos las chapitas de los refrescos! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia alzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamosen una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus.Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón.Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor.Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables.Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.Las cosas no eran desechables. Eran guardables.¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los cuenta gotas de los remedios por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos. Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones contapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'este es un 4 de bastos'.Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa (broches) y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada. Ni a Walt Disney.Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se tansformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos.¡Ah¡ No lo voy a hacer!Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable.Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la bruja me gane de mano y sea yo el entregado.

LA SAVIA INAGOTABLE



El jueves pasado, en Rojas, plena llanura central bonaerense, la Historia pegó un brinco. El pueblo, volcado en la calle, en una verdadera fiesta popular, le dijo basta a la historia oficial y procedió a cambiar el nombre de una de las calles céntricas denominada por los señores de la tierra como calle General Julio Argentino Roca por el justo nombre de Pueblos Originarios. Todo resuelto en la forma más democrática, con ribetes hasta diríamos poéticos, sin exagerar. Porque como lo dijimos en estas contratapas con las que paseo por todos los rincones del país, la ordenanza municipal estuvo basada en un proyecto presentado por los adolescentes alumnos del colegio nacional local y aprobado por amplia mayoría por los concejales de la ciudad de Rojas.. Más democrático, imposible. El mismo intendente local acompañó el acto con su presencia y su aplauso.

Llegaron representantes de los pueblos originarios de todos los puntos cardinales bonaerenses, con sus atuendos y sus instrumentos. El general que entregó todas esas tierras inmensas a los Martínez de Hoz, los Anchorena y los Miguens y que repartió como esclavos a los indios prisioneros, a sus mujeres como sirvientas y a sus niños como mandaderos, fue quitado de las calles de Rojas. La música del conjunto Arbolito sonó en las calles de esa ciudad de la llanura. Arbolito, el nombre del ranquel que hizo justicia y vengó a sus hermanos al terminar con la vida del coronel Rauch, el mercenario europeo contratado por Rivadavia para “exterminar a los indios ranqueles”, como decía su decreto, olvidándose ese “liberal positivista” de la estrofa del Himno Nacional que se cantaba ya en todos los rincones argentinos: el “Ved en trono a la noble igualdad, libertad, libertad, libertad”, verso embebido en el pensamiento liberador de Mayo. Una vez más comprobamos que a veces la Historia tarda, pero finalmente triunfan la Etica y el concepto de Vida. Ese general genocida que en sus palabras finales, después de su campaña contra los pueblos nativos del sur, dijo ante el Congreso que había exterminado para siempre al indio para abrir esos “vastísimos territorios que se presentan ahora llenos de deslumbradoras promesas al inmigrante y al capital extranjero”. Y poco después, ya presidente, por la concesión Grunbein, entregará más de dos millones y medio de hectáreas en la Patagonia a 137 estancieros británicos. La pregunta que siempre quedó sin respuesta ante el genocidio de Roca es la siguiente: en esas extensas regiones había tierra para todos, ¿por qué el genocidio de los pueblos originarios, por qué no se les respetó ni siquiera sus tierras comunitarias, ya que ellos nunca tuvieron concepto de la propiedad?

Pero ahora parece que ha comenzado a verterse de nuevo la savia inagotable de la Etica. Este acto con el pueblo de Rojas lo demostró.
Y en esto de las tierras comunitarias parece que, en el presente, los poderes provinciales de la Argentina no tienen el menor respeto por ellas. Todas las semanas una nueva usurpación. Lo vemos en el caso ocurrido en Formosa, denunciado por el Mocafor, el Movimiento Campesino Formoseño. Acaban de ser detenidos cinco campesinos criollos –cuatro hombres y una mujer– porque se opusieron a que se desalojara a los wichís de sus tierras, compradas contra todo derecho por el empresario Jorge Bellsolá Ferrer, para sembrar soja y jatropha, que produce aceite para biodiésel y es un monocultivo que deja muy pronto árida a la tierra. El Mocafor ha llamado en su ayuda a todos los movimientos de los campesinos del país, bajo la consigna “Todas las luchas son importantes, pero la lucha más importante es unir todas nuestras luchas”. Es increíble, la campaña del desierto continúa, no ya por las armas, sino a través de los negociados y la ayuda de una Justicia permisiva. Pero la protesta popular de la gente de la tierra irá avanzando. La savia inagotable de la esperanza surge otra vez en esas tierras que quieren pertenecer a las manos que la trabajan y no a quienes manejan los fondos de la injuria.
Pero un día antes de Rojas, Lanús. Sí, en el Gran Buenos Aires. La escuela de ciegos Nº 506. Allí aprendí el martes pasado de lo que es capaz el ser humano: no rendirse jamás. Los adolescentes ciegos me esperaban para hacerme un reportaje para la radio. Ellos atendieron el sonido, dieron la orden de empezar y Federico, Tamara, Rubén, Julieta, Pablo, Max, Dimara y Lautaro comenzaron las preguntas. Una tras otra, breves, concisas, y mis respuestas eran interrumpidas por nuevas preguntas acerca del mismo tema, para ampliar los textos y que todo quedara claro para el oyente. Nunca me enfrenté con un periodismo así, de “precisión” mezclado con humor y también ironías. Una verdadera fiesta. Ciegos, de un barrio humilde, que sonríen porque aman la vida, ya que ven mucho más allá que los que tienen vista. Las preguntas son acerca de la identidad de los pueblos, de cómo fue posible la dictadura de la desaparición de personas, de cómo terminar la violencia en nuestras ciudades. Todo se termina cuando se levantan todos, los que preguntaron y los que escucharon en absoluto silencio y cantan la hermosa canción de Arbolito acompañándola con guitarras y bombos. Los docentes sonríen. Para ellos es ver el fruto de tantas horas de enseñanza. Una enseñanza muy sacrificada y nada reconocida. Pero en ellos está el espíritu solidario. Se nota cuando estallan en aplausos por la creación de sus alumnos. Ciegos pero ya con la semilla de la sabiduría. Los jóvenes ciegos se abrazan y ríen como si hubieran llegado al paraíso.

Me despido de ellos, docentes, alumnos y los agradecidos padres de éstos. Miro de nuevo esa escuela, mejor dicho, esa escuelita de Lanús que trabaja con tanta responsabilidad y sacrificio. Y pienso, ¿por qué la sociedad argentina es tan egoísta?, ¿por qué a estos docentes y a estos alumnos ciegos que aprenden allí el arte de la vida y la esperanza sin fronteras no se les habilita una escuela bien amplia, con jardines y árboles donde puedan posar los pájaros con sus trinos y sentir las flores con sus aromas? ¿Por qué esos recintos estrechos y cerrados y la pobreza de sus muebles y enseres? ¿Por qué no hacer una escuela amplia, una especie de templo del saber, para nuestros queridísimos niños y adolescentes no videntes y para que esos docentes admirables puedan mostrarles los otros aspectos de la vida?
Me despiden con rostros sonrientes de oreja a oreja. Pienso: si la humanidad en vez de gastar en armas y en guerras invirtiera todo ese dinero en la ciencia tal vez ya no existirían ciegos en el mundo.

Y marchemos ahora al Arte. Se trata de comprender la justa lucha de los jóvenes alumnos de la Escuela de Arte Manuel Belgrano de la Capital, a la cual, por una resolución del jefe de Gobierno de la ciudad, se le ha quitado el nivel terciario. En vez de apoyar al Arte, esa verdadera ciencia del espíritu que nos ayuda a vivir y a pensar en grandes ilusiones, sueños y a meternos en el laberinto de las formas, líneas, colores, y a penetrar y llenar vacíos, quieren reducir, cortarle las alas. Por eso, los jóvenes estudiantes de la Manuel Belgrano –sí, fundada por el gran patriota– han comenzado a luchar en su misma escuela en defensa del Arte, con mayúscula, la sagrada palabra. Quitarle capacidad, marcarle fronteras a esa institución es como quemar libros, es como cortarle las alas a una golondrina, es como negarle alimento a una mujer encinta, es como querer encerrar al arco iris en un calabozo militar y ponerle un uniforme marrón terroso. Esperamos que las diversas fracciones políticas que componen el Legislativo metropolitano vayan a visitar la Manuel Belgrano y conversen con los alumnos, dispuestos a defender el Arte, nada menos. Democracia es escuchar a quienes defienden la vida. En este caso esa vida se llama Arte. Más policía no salva a la sociedad sino más Arte.
Tenemos que inyectarnos la savia inagotable del Arte.


Ver nota en www.pagina12.com.ar
Contratapa Sábado, 22 de Noviembre de 2008
La savia inagotable
Por Osvaldo Bayer
© 2000-2008 www.pagina12.com.ar República Argentina Todos los Derechos Reservados

10 nov 2008

MIS MUÑECOS, HADAS, DUENDES Y OTRAS COSAS

El vellón de lana es adictivo! Una vez que uno conoce este material tan noble y original, no puede resistirse a hacer con él cuantas ideas se cruzan por el camino.
El fin de semana en el taller de vellón de Clara de Asis, hice un hada maravillosa y en la casa de Samanta hicimos unos hermosos muñecos, pajaritos, pelotas con cascabeles, y Nahi hizo un móvil de mariposas precioso!


PEDAGOGÍA WALDORF



"Cuando los niños relacionan lo que aprenden
con su propia experiencia,
están interesados y llenos de vitalidad,
y lo que aprenden se convierte en algo propio”


La pedagogía Waldorf se fundamenta en la concepción del hombre como individuo constituido por cuerpo, alma y espíritu, que se manifiesta a partir del querer, sentir y pensar.
La primera escuela Waldorf nace en 1919 cuando al pensador, filósofo y científico austriaco, Rudolf Steiner (1861-1925) se le encarga la creación de una escuela para los hijos de los empleados de la fábrica de cigarrillos Waldorf Astoria en Stuttgart.
De acuerdo con la filosofía de Steiner, el hombre es un ser triconformado por cuerpo, alma y espíritu, cuyas capacidades se desarrollan en tres etapas de evolución que se dividen en septenios, hasta llegar a la adultez:
· primer septenio (infancia entre 1 a 7 años)
· segundo septenio (niñez entre 7 a 14 años)
· tercer septenio (adolescencia entre 14 a 21 años).

En el primer septenio, se le brindará al niño la posibilidad del despliegue de su voluntad inagotable, encauzando sus movimientos, sensibilidad y fantasía por medio de la imitación, mediante los juegos, rondas, manualidades, relato y dramatización de cuentos de hadas, gnomos, reyes y princesas, arquetipos de valores universales, que llevan su imaginación al asombro y al encuentro con la esencia de las cosas y seres que le rodean, con amorosa entrega y confianza en la vida.

El Jardín de infantes, no fue descripto por Steiner, ya que la antroposofía considera que lo ideal sería que el niño en edad preescolar estuviera con la madre, en el ambiente familiar, jugando con sus hermanos y con niños vecinos, en un lugar donde pudiera convivir con la naturaleza y con los quehaceres diarios de la casa.
Pero, estas no son las condiciones de la vida actual en la ciudad.
Los jardines de escuelas Waldorf tienen una organización particular que obedece a una filosofía que enmarca la educación toda.
En el jardín de infantes de una escuela Waldorf todo tiene un sentido, por ejemplo:
· La tenue iluminación que transporta a los pequeños a un estado de ensoñación en el que ellos pueden dar rienda suelta a su imaginación, o la repetición de actividades cotidianas, pero que transmiten a través del orden y la rutina, esa seguridad que para los niños de este septenio (0 a 7 años) es fundamental.
· El día se divide en diversas actividades, en las que no deben faltar pequeñas tareas, distribuidas entre los alumnos: regar las plantas, ordenar el salón, preparar la mesa para la merienda, y guardar juguetes. Todo esto sin tensiones, naturalmente.
· El día se divide rítmicamente, en lo posible alternando períodos de actividad en común con períodos de juegos y ocupaciones, donde cada niño juega por sí.
· El momento de recibir alimentos es una ceremonia: lavarse las manos, sentarse correctamente, cada uno en su lugar, sin alborotarse, agradecer los alimentos y comer en un clima de armonía y placer.
· El arte tiene un lugar relevante: pintar, modelar, recortar, con pequeñas interrupciones para cuentos, dramatizaciones, etc. constituyen las actividades centrales de la jornada en el jardín waldorf. La pintura en acuarela, con tintas y papel de buena calidad; ofrecen un material con el que los niños deben estar totalmente a gusto; no se busca la reproducción de un objeto sino, la vivencia de los colores.
· El modelado de barro, o preferiblemente, cera de abejas, que requiere cierto esfuerzo de los dedos para ablandarse.
· Los juegos con muñecas u objetos de uso cotidiano, teatro de títeres, juegos al aire libre, rondas con instrumentos musicales, tienen la particularidad de utilizar materiales nobles y naturales.
· A la hora del cuento, la maestra cuenta pausada y expresivamente, un cuento de hadas, con canciones y versos intercalados., a veces con apoyo de un instrumento musical para contribuir a crear un clima de ensoñación, otras con apoyo de muñecos de materiales naturales para la representación.
· Mantener siempre los mismos ritmos en las rutinas diarias se torna fundamental y cualquier alteración es presentada como un gran acontecimiento: un paseo, una fiesta de cumpleaños, siempre transformadas en una ceremonia solemne y alegre.
· Las estaciones del año y las celebraciones cristianas son vivenciadas en la sala a través del ambiente, de las canciones, las manualidades, los cuentos y a veces también en funciones de marionetas. La fiesta que le corresponde a cada uno de estos períodos es esperada con ansiedad por los niños y sus familias. Por otro lado es el momento más intenso de la época.
· Se enfatiza mucho la presencia de la arena y del agua, es decir materiales que fluyen y son fácilmente moldeables, pues corresponden a la fluidez de las fuerzas etéreas de los niños.
· Los niños pequeños se sienten irresistiblemente atraídos por todo lo que está en movimiento. De un modo general, se busca estimular los movimientos e impulsos propios de los niños, para que éstos se libren del terrible condicionamiento de ritmos, formas y ruidos del mundo mecanizado de hoy (caricaturas, ritmos mecánicos, "eslóganes" de propaganda en la radio y televisión).
· Todo el ambiente del jardín, debe ser acogedor y cálido. No debería haber objeto que desentonara con la armonía del ambiente; ninguna caricatura sacada de dibujos animados o comerciales. Es el ambiente el que plasma la vida anímica y la vida orgánica del niño en la edad preescolar.
· El niño debe adquirir confianza en el mundo. Cada objeto, por su material, debe ser lo que parece ser. De aquí nace la exigencia de materiales naturales: maderas, piedras, telas de fibras naturales, etc. Nada de materiales plásticos, sintéticos, símbolos de un mundo de mentiras y seudo valores.
· La energía creadora se moviliza a través de la fantasía que luego permitirá a estos niños, en la madurez, enfrentar las situaciones de la vida movidos por sus fuerzas propias.
¡Espacios de juego son espacios de futuro!

La Pedagogía Waldorf pone al alcance del niño, lo que el niño necesita para su desarrollo íntegro que luego redundará en salud y bienestar en su vida de adulto.

"Recibir al niño con respeto,
Educarlo con amor,
Dejarlo ir con libertad."
Rudolf Steiner



Referencias:

-Carlgren, Frans. Pedagogía Waldorf. Editorial Antroposófica.
-El Primer Septenio – Rudolph Steiner – Editorial Antroposófica
-http://www.colegiosteiner.com

MIS CRISTALES

Todos los que me conocen saben que además de amar profundamente la naturaleza, tengo una atracción especial por las piedras y las gemas.
Estuve pensando que en un blog mío no podían faltar "ellas".
Yo creo que cada cristal mineral tiene su propia y especial función en esta tierra, al igual que cualquier otro ser que comaprte con nosotros esta casa, y su vibración, es tan fuerte y tan sutil que se relacionan con nosotros desde el más hondo silencio y respeto.
Esto hace que muchos creamos en sus propiedades y diferentes usos, a partir de la influencia que ejercen desde el plano físico al espiritual, ayudando tanto en la armonización emocional y mental como para inclusoi llegar a curar dolencias físicas.
Todos estudiamos que los minerales son clasificados como "inorgánicos", sin embargo si pensamos que desde una mirada integarl todos estamos formados por lka misma energía universal, no podemos dejar de considerarlos como parte de esa energía con un enorme poder, puestos al servicio de todos.
Los cristales son humildes, no intrusivos, nos llevan hasta la profundidad de nuestro Ser; sus colores, texturas, transparencias y geometrías nos inducen a descubrirnos, nos guían, nos sugieren.
Trabajar con Cristales es como abrir "nuestra ventana al alma" para recibir y dar lo mejor de nosotros mismos a nosotros y al mundo.
Con los cristales y gemas se puede meditar, llevarlos encima, armonizarnos, limpiar nuestro campo energético, clarificarnos, purificarnos, hacer contacto con nuestra esencia, despertar Conciencia, etc. Depende de nosotros hasta dónde queramos profundizar. Cada piedra posee características y cualidades propias.
Los minerales más frecuentes que componen a las gemas y los cristales son: silicio, oxígeno, hidrógeno, cobre, flúor, manganeso, hierro, carbono, calcio, sodio, estaño, etc.
El oxígeno y el silicio se encuentran en casi el 75% de la superficie terrestre. La naturaleza química de las gemas y cristales, las pone en un estrecho contacto con el hombre; en el cuerpo humano también encontramos estructuras cristalinas: esto hace que entre los cristales y el cuerpo se establezca una resonancia. El campo electromagnético de los cristales influencia también el entorno de una manera sutil.
Siempre que llegue un cristal a tu vida, recuerda limpiarlo (ojo! hay diferentes métodos. No todos responden igual al agua con sal), tomarlo en tus manos, mirarlo, percibirlo. Cada uno tiene un aspecto singular y nos regala esa singularidad a quienes estemos dispuestos a descubrirla.
Hace mucho tiempo aprendí que al elegir un cristal, lo hacemos desde una necesidad interna, y que cuando uno se pierde, o nos abandona, es porque ya no necesitamos más su energía. Y yo creo que es así, que nos enseñan a volver a nuestro estado de salud original, equilibrado y armónico.
Los comparto con ustedes. Otro de mis "reflejos" ....

ENTRADAS DESTACADAS....

2018......Y mucho tiempo despues....

Es evidente que este espacio solo me llama en momentos de crisis. Será como hacer catarsis con un espacio virtual infinito y secreto al mis...