21 oct 2007


El mejor texto que recibí hablando del día de la madre empezaba más o menos como este y seguía más o menos así, pero lo adapté porque la genia que lo escribió era evidentemente una madre con más hijos y mayores, con experiencias que aún no he tenido que atravesar. Se lo dedico a todas mis amigas mamás, y especialmente a mi mamá, que me sigue mostrando el camino.


En el día de la madre la tele, los afiches, los negocios, nos bombardean con imágenes de electrodomésticos, teléfonos, perfumes, y de mujeres ¡¡¡¡Felices!!!!!!! con niños en los brazos y hablando de la grandeza de esa palabra de 4 letras. ¡Mentiras! Las mamás no somos abnegadas amantes del sacrifico y aguerridas guerreras que todo lo pueden.
Las mamás nos pasamos la mayor parte del tiempo cuestionándonos si es mejor esa respuesta que dimos o deberíamos habernos controlado mejor antes de dar ese grito desbordado.
Las mamás lloramos y abrazadas a las almohadas cuando nadie nos ve. Pedimos la peridural en el parto y puteamos en 17 idiomas cuando un día que queremos dormir, escuchamos esos pasitos descalzos que se acerca a abrirnos los párpados con los dedos.
Las mamás “rogamos” por un poco de silencio cuando ya no aguantamos la permanente verborragia de esos 4 años y queremos que se duerman!!! Con la misma desesperación que rogamos por escucharlos correr por ahí cuando el termómetro no baja de 39 y el silencio es insoportable.Cuando les decimos que no se peleen con ese compañerito que les dice que son petisos o “populares” (el insulto del momento para las nenas), y les damos toda clase de explicaciones conciliatorias, en realidad querríamos tener el cogote del fucker pequeño verdugo entre nuestras manos. Y demandar a los productores de TV por meterles tremendas pelotudeces en la cabeza. (Esas que uno no le deja mirar porque no creemos adecuada y que ellos igual conocen porque “la mamá de…” si la deja!!!)
No es que nos encante pasarnos todas las cenas repitiendo infinidad de veces “comé” y diciendo todas esas cosas que no deberíamos. No es que hayamos olvidado todo lo que leímos en las revistas acerca de “como educar a su hijo”, es que tenemos miedo de que no crezcan como se debe. No es que nos preocupe realmente que se ponga o no un saquito o que no anden descalzos en pleno invierno, es que tenemos miedo de que se enfermen. No es que los queramos más cuando se bañan, es que no queremos que nadie les diga roñosos. No es que nos fascine correr muebles, esconder decoraciones para que la casa se transforme en el palacio de Winnie the Pooh, para festejar un cumpleaños. Es que cada cumpleaños es una forma de mirar para atrás, de ver cuánto crecieron, de poder darles lo que sueñan aunque sea por un día, y que el mismo Wwinnie the pooh venga a traerles la torta. Y armamos 24 bolsitas con anillitos y pulseritas y tratamos de que la torta parezca lo que ellos pidieron.
No es que nuestro concepto de “paseo” sea ir gritando vení acá!, no corras en la calle!, dame la mano!
No lo hacemos por ustedes, lo hacemos por nosotras. Porque no queremos que nada malo les pase. Nada.
Porque un raspón en “esa” rodillita, puede dolernos más que en la propia.
Porque ser una mamá no tiene que ver con embarazos, pañales y sonrisas de aspirinetas.
Tiene que ver con querer a alguien más que a una misma. Con ser capaz de cualquier cosa con tal de que no sufran. Con la necesidad de ser felices, porque los vemos bien, sanos, lindos, grandes.
Cuando nos consideran sabias por saber las respuestas a sus preguntas. Cuando nos esperan ansiosos a que lleguemos de trabajar para mostrarnos ese juguete nuevo. Y nos sacamos los zapatos, los pantalones que apretan y las preocupaciones del día para sentarnos a jugar al juego nuevo de Shrek.
Cuando vienen llorando a gritos porque se golpearon y nos dan la posibilidad de darles consuelo y caricias. Y todo esto no es por ellos, es por nosotras, porque nos hacen mejores.
Nos comeríamos crudo a cualquiera antes que los dañe.
Como cuando una nena la mordió en la pileta, y queríamos sugerirle al papá de esa “caníbal” de 2 años que saque a su nena con bozal!!! Aunque sepamos que son etapas por las que todos los niños pasan (pero los nuestros NO).Nos lavamos la cara y salimos del baño con una sonrisa de oreja a oreja para hacerles saber que la vida es buena, aunque nos sintamos como el reverendo traste. Cantamos las canciones de la tele, hacemos el tratamiento para los piojos y preparamos el gorro con flores para el baile de la primavera aunque sean las doce y cuarto y tengamos ganas de ir a dormir.
Y dejamos de comprarnos cosas para poder comprarles algo a ellos. Los perseguimos para ponerles protector solar o repelente, y ya nos olvidamos de cómo era tomar sol relajadamente panza arriba. Ahora sólo nos quemamos de espalda para no perderlos de vista.
Y nos seguimos cuestionando si es lo mejor, y nos compramos libros y vamos al psicólogo y al pediatra. Y recortamos figuritas y nos ponemos lindas y nos enojamos y nos reímos y nos salimos de quicio y nos convertimos en la bruja y la princesa de todos los cuentos. VERLOS FELICES ES LO QUE NOS HACE FELICES. Ojala pudiéramos arreglar el mundo para que fuera un lugar mejor para ellos.
Y tratamos de que aprendan a ver las cosas buenas, a valorar las cosas correctas, a vivir respetando a los otros a quererse y valorarse.
A decir por favor, gracias y a ser “buenas personas”, a cuidar el planeta y respetar a todas las formas de vida.Gracias!!!! porque todas estas cosas son las que me enseñan de mí, me desafían y me hacen crecer cada día. Porque tus dibujos, tus caricias, tus frases geniales son mis mejores medallas... junto con los abrazos, los besos, las lágrimas, las nebulizaciones y el ibuprofeno de tantas noches sin dormir, las corridas a la guardia, las fotos y videos, los de papel, los digitales y los de mi memoria. De todas las imágenes, de todos lo momentos que en estos 4 años de mamá, me llenaron la vida de felicidad.Gracias, HIJITA. TE AMO. Y ése es el amor que me hace grande.
Ese es el verdadero sentido del día de la Madre.
Todo lo demás…. Es marketing.

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