1 dic 2009

Y LLEGARON LOS 40!!!!




Nací en la primavera de 1969, año memorable para muchos de la mano de una huella histórica. Para algunos menos por una protesta en pareja y al desnudo, en un hotel de Ámsterdam, y para muchos menos porque Serrat grabó su primer LP en castellano. Para sólo algunos pocos, digamos… muy pocos…, más precisamente, para mis padres y abuelos, el acontecimiento más importante aquel año fue mi llegada.
De mi infancia tengo vagos recuerdos.
Las imágenes son vagas, recortadas, algunas más intensas que otras, pero van llegando, impregnadas de sensaciones, que las hacen inolvidables y que reviven al recordarlas.
Las cajas de botones y cintas que la "abuelita Elena" guardaba en el ropero y que nos prestaba para jugar, en una atmósfera de misterio y magia que sólo se encuentra en un ropero antiguo de bisabuela.
Manolito!!! Mi bebote con cuerpo de trapo celeste que tenía la cara escrita con birome y un corte de pelo "al ras" producto de algún juego de peluquería, paseando en el cochecito de mimbre verde.
Esperar a que mi abuelo llegara del trabajo para jugar a las adivinanzas de dibujos, y después de la cena, la caminata obligada hasta "El maravilloso Mundo del juguete" que tenía una vidriera giratoria en el local de la calle Florida.
Los juegos en el asiento de atrás del auto, y asomarnos por el techo del 504 celeste.
Los vestidos de las muñecas cosidos por mamá y los cuentos de finales cambiados.
Los juegos improvisados con las latas de "botones" que se transformaban en cualquier cosa para jugar a las compras.
Los dibujos en la arena y los castillos en la playa, guardan emociones que tienen olor a humedad salada y de olas rompiendo contra el muelle de madera de La Lucila.
Las aventuras en el cangrejal, y la misión de secreto contraespionaje para que papá no se diera cuenta que nos llevábamos un frasco lleno de cangrejos vivos para tener de mascota. Como cuando mamá tuvo que improvisar un pequeño "Ecosistema" e una caja, para las treinta y seis ranas que vinieron de contrabando después de una tarde en los bosques de Ezeiza.
Ir a jugar a la casa de "la mejor amiga", después del cole, con la excusa de "hacer los deberes", la hamaca de madera que había en el balcón, en la que podíamos subir de a cinco o seis, cuando venían amigos a jugar.
Romina, mi primer amor con 4 patas, y Gandalf. La casita de tela que papá nos armó con caños y mamá pintó para nosotros.
La obligada "lucha libre" con mis primos en la cama de mis abuelos paternos después de ver "Titanes en el Ring" los domingos al medio día, antes de los ravioles.
Los juegos en el asiento trasero del auto, cuando no se usaban cinturones de seguridad.
Las tardes de sábado con invitación a cumpleaños, con vestido nuevo y colonia "Coqueterías", que eran toda una aventura aunque no hubiera animadoras, ni princesas o superhéroes a la hora de las velitas.
El "Segelín", el "Excalectric" de mi hermano, y las tacitas en miniatura de porcelana que mi mamá nos prestaba para jugar cuando estábamos enfermos, en un último esfuerzo por mantenernos "en cama", como los médicos de antes aconsejaban sabiamente.
Los juegos con mis hermanos... en el balcón de casa que parecía inmenso!…
Las tardes de travesuras en el patio del convento, los sábados a la tarde después de "catequesis". Los "asaltos".
El Secundario… las rateadas, secretos, descubrimientos y transgresiones.
La elección de mi carrera, los años de estudio, y de ellos encontrar a mi "hermana de la vida".
Mis primeros trabajos, y mi entrañable amiga, la primera de de todas que fue mamá, y me permitió compartir ese momento inolvidable.
Más Amigas…, "mis amigas" compañeras entrañables de rutas. Algunas con mochilas y en carpa, otras con largas charlas y consejos entre atados de cigarrillos y copas de vino, o en viajes mágicos a Capilla, o con anécdotas de balcón con Frizé con hielo. O como ángel protector y hospitalario ofreciendo espacios y orejas.
Mi querido amigo que ya no está… y se extraña.
Y las amigas que me hacen reir tanto! Almas sensibles que me ayudan, y me enseñan que la vida se puede enfrentar con otra cara, (aunque, a veces no me salga).
Y amigas capaces de rescatar un amor "peludo" e incondicional en una esquina. O de encontrar en la mirada de un delfín, los secretos del universo.
Compañeras…., las que hablan mucho, los que comparten risueñas sobremesas cotidianas y las que la vida me permitió
conocer entre reuniones, aceititos y talleres.
Y mi "amor" que en el "amanecer del tiempo" me llenó el alma y la soledad enseñándome que el "amor" no tenía que estar siempre ligado al sufrimiento.
Y la llegada de mi ángel, esa estrella luminosa que cambió mi vida,…y desde hace seis años me da la posibilidad de jugar a ser mamá, de contarle cuentos con finales cambiados, de jugar con botones de colores a comprar y vender, de jugar en la arena y de volver a pegar la nariz contra el vidrio en la vidriera de la juguetería.
Con el tiempo, muchas cosas se va perdiendo, dejamos de "sentir" para "pensar", dejamos de "disfrutar" para "analizar", dejamos de "llorar" para no parecer débiles, dejamos de "reir" para no parecer superficiales, y dejamos de "jugar" para no parecer inmaduros,
Por suerte, tengo un compañero de vida que me recuerda permanentemente que es lícito sonreir, aún en las situaciones más solemnes, y me "trae" de vuelta, cuando estoy creyendo que es lícito ser solemne, aún en las situaciones más risibles.
Y tengo un sol que con su metro veinticinco, me ilumina el alma.
Y he tenido alumnos que me impulsaron a jugar más allá de las realidades adversas.
Y puedo encontrar en un bloque de arcilla o unos colores en la punta de un pincel, la posibilidad de proyectarme a un abismo de sensaciones incomparables.
Por todo esto y mil cosas más que sigo descubriendo cada día, le agradezco a la vida, y a cada uno de mis afectos, sin los cuales…. No sería quien soy.
Los quiero.
Vero
24/10/09

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