30 sept 2007

POESÍAS II

Arrojado en el borde de tu ausencia,
la noche transmutada en día
me trae el rumor de los movimientos
de los olvidos.
Entonces,
una pluma tenue, embebida en distancia,
crece desde mis dedos
para ofrendarte néctares y momentos.

Enmarcado en plata,
tu rostro fugaz contra el mío
me observa enamorado
bajo la luz de ancestros e infancia.
Y yo,
sin esperar respuesta,
te envío un beso desde la almohada
oculto mis ojos al resplandor hiriente
y me sumerjo en los sueños de tu regreso.
Sergio

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